Desde bien pequeños todos tenemos nuestros sueños y metas, que algún día de mayores pensamos en realizar, por eso siempre hay que mantener el niño que llevamos dentro, ese pequeñín que nos mantiene la esperanza y la ilusión a flor de piel por encima de todas las responsabilidades que vamos adquiriendo de mayores para poderlas materializar.
Siempre me ha llamado la atención la vida norteamericana, para no desentonar con mi genética Catalana, así como los telediarios de TVC siguieron el ejemplo de una mezcla entre serio e informal de las televisiones americanas, pasando por el showman Andreu Buenafuente y El Terrat, adoptando parte del formato humorístico americano con toque personal, creando el humor negro catalán.
Como decía, siempre me ha gustado la típica vida americana en un chalé, con su jardín, con su barbacoa, su bodeguita, su piscina de agua salada para no echar de menos el Mediterráneo, su mini-chalé perruno con perro incluido, defendiendo su territorio y sacándolo a pasear los fines de semana o días de vacaciones, aprovechando el momento para comprar el periódico, el pan, correr por la montaña, relacionarse con las vecinas y demás perritas, guardar el coche familiar en el garaje conectado a la parte posterior de la casa, mientras el utilitario permanece en la rampa del mismo, listo para ser usado como las Balas, con un huequecito dentro en épocas de invierno, compartiendo sitio también con la bicicleta, lista para hacer rutas de montaña y senderos varios para respirar el aire puro. Cuando llega la noche, dormir acogedoramente entre techo y casa, también llamada buhardilla, con estilos canadienses de vigas de maderas recubriendo el techo.
También desde pequeñito, con 10 años cuando empezaba a tener uso de razón, me enamoré de la ciudad de Madrid, fue la primera vez que me cautivó una ciudad, aparte de mi ciudad natal catalana, Barcelona, que ya de por sí es una las ciudades más bonitas y acogedoras del mundo, tradicional, moderna, futurística, cosmopolita, atractiva por mar, tierra y aire, y la verdad es que a pesar de la nostalgia que siento ahora siempre la llevaré en el corazón y por mis venas correrá sangre mediterránea, pero como iba diciendo, en la otra patria de donde reside mi corazón, las humildes tierras alcarreñas con su tranquilidad, su gente campechana, mi gente, me siento parte de aquí, siento que es mi sitio también, y Madrid me enamoré por la esplendorosa multitud de sus edificios, de sus carreteras, del tamaño geográfico que abarca, de sus carteles luminosos por la noche, concretamente un cartel enorme que hay en la plaza del Sol de TIO PEPE y creo que anuncia algo de vinos… yo creo que ese cartel forma parte del patrimonio madrileño, al igual que su Plaza Mayor y las tabernas alrededor de la misma, el ambiente festivo de extroversión que se respira en la capital no lo he vivido en ninguna otra ciudad, ni siquiera en mi Barcelona, cuando lo normal es recogerse un día cualquiera de la semana como muy tarde a las 12 de la noche, en Madrid se puede decir que hay ambiente callejero las 24hrs, sobretodo en Navidad, con sus gorritos, sus pelucas, su extroversión, una ‘fieshhhhhtaaaa’ como diría el Pocholo. Otra cosa que me llama la atención, son los típicos eventos neoyorquinos que sirven de patrocinio de alguna marca y que sirve como excusa para cruzarse con cualquier cara popular del mundo de la música, del cine o televisión, porque el cotilleo nunca duerme, siempre a la expectativa de nuevas exclusivas. También, con un poco de suerte también puede cruzarse algún posible socio inversor al que venderle un ‘Elevator Pitch’ espontáneo. En definitiva, todos esos carteles, lucecitas, ambiente, inmensidad que le da vidilla a una gran ciudad, me cautivó desde los 10 años y me hicieron idolatrar Madrid como si fuera Los Ángeles o Hollywood en versión española y olé.
Otra cosa que me llama la atención de los norteamericanos, es que para ellos, el sueño de vida es como la de un europeo, y en mí caso, para terminar de matizar el sueño de mi vida realizada como americano con mi toque personal, como me considero ciudadano del mundo y me siento tan a gusto de donde estoy y de donde vengo, termino diciendo que he diseñado mi propio sueño americano; el sueño ‘Catarreño’.
¡¡¡NO SUEÑES TU VIDA, VIVE TU SUEÑO!!!