Solo sé que no sé nada, pero sé que lo más importante de todo, es lo más importante. Y lo más importante para mí es la familia, así que quién no respete y/o dude de ello, no es digno para mí.
Puedo parecer un niño mimado, pero no es lo mismo que un niño consentido. Prefiero ser un niño mimado, que un niño consentido, porque por lo menos los niños mimados conocemos el amor puro a través de los principios que nos han enseñado. Mientras que los niños consentidos acaban malcriados entre el odio y el rencor, mientras fingen querer todo lo que se pueda por estar “al orden del día”.
Sé que tengo defectos infinitos pero una sola virtud, y esa sola virtud llena más que el resto de los defectos vacíos. Ese es el equilibrio que me mantiene con vida, ayudándome a levantar después de empujarme. Me siento afortunado de tener la vida que tengo, porque a pesar de los empujones aprendo a levantarme con el sudor de mi esfuerzo y pocos más pueden decir lo mismo.
La mayor riqueza, además de la familia, está en el amor propio de uno mismo. Y aunque muchos lo alardean, pocos lo tienen y, aún menos, lo disfrutan. Porque están más pendientes de excusarse juzgando a los demás, que de ser juzgados.