Transparentemente inócuos

Me siento feliz por cómo soy y me lo paso bien haciendo las cosas que me gustan, transmitiéndolo así a veces, porque no hago daño a nadie y si alguna vez lo he hecho, lo siento pero no es la intención y tampoco es cuestión de pedir perdón porque no podemos estar de acuerdo con todo lo que nos rodea.

También me siento orgulloso como el que más cuando comparto mi felicidad con los demás, en la vida como en las redes, para sentir afinidad y alegrarse mutuamente por los éxitos ajenos igual que si fueran los propios, con lo bueno y con lo malo, sin tabús pero con respeto. Porque de esa manera (creo) estamos creando un pilar muy importante de la vida, el intercambio cultural, y me enorgullece involucrarme de algún modo sintiendome parte de algo tan maravilloso como estar aportando, humildemente, mi granito a la sociedad.

Asi, sin ningún interés o doble sentido que el hecho de vivir, experimentar, probar cosas nuevas, repetir las buenas sensaciones, aconsejar los hábitos nuevos para que los demás eviten (en la medida de lo posible) errores garrafales que haya comprobado en mis carnes, o de quien también lo transmita igual.

Aunque me pone triste que, por tabús o por prejuicios, no haya más interactividad de mostrar abiertamente el reconocimiento. Como si todavía existiese ese tabú de ser débiles por expresar la admiración que sentimos por alguien o algo sin miedo a que nos sintamos afligidos por “el que dirán…”. Por no interactuar expresando nuestras emociones, por el motivo que sea, ya sea por el reconocimiento, agradecimiento e incluso para criticar constructivamente. Parece que primen los intereses y los prejuicios de reprimir los buenos deseos hacia alguien o algo sino es uno mismo quien lo transmite, en lugar de esforzarse en transmitirlo o en esperar las circunstancias de cada uno en que; “hoy por tí, mañana por mí”.

Hablo de algunas personas o comportamientos que por prejuicios o incapacidad reprimen sus impulsos y se esconden tras una máscara o simplemente no dan la cara por vergüenza o arrogancia.

En cualquier caso esta reflexión no es para incomodar a nadie ni es nada personal. Es solo una reflexión de lo que vengo observando de un tiempo a esta parte, cada vez más frecuente, especialmente con el potencial de visibilidad de Internet y las redes. Tanto en mis propias carnes como en carnes ajenas. Quizá sea una fase, tenga demasiada sensibilidad (lo cual no es malo, al contrario), pero como cualquier otra habilidad es un aporte para descifrar el puzzle de la vida a nuestro paso por ella.

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