La intención es lo que cuenta

Me ha costado casi media vida darme cuenta de lo único que he sabido siempre, que soy la persona más afortunada y privilegiada del mundo. Rodeado de las mejores personas que puedan haber, empezando por mi familia, algunas amistades contadas y los maestros e influencias que han aportado su granito a mi educación.

A pesar de haberme topado con algún que otro psicópata narcisista en cada fase de mi evolución; escuela, madurez, algún jefe que otro, un par de relaciones tóxicas mal gestionadas y algún falso amigo que otro encubiertos. Pero gracias a las lecciones, no valoradas al principio o por confusión de principios encubiertos, he aprendido a valorar mis verdaderos principios; los principios que me ha enseñado la gente que me quiere de verdad, incluso de los psicópatas que me han querido mal, he aprendido lo que quiero y lo que no quiero permitir.

Así que, con casi 40 años me atrevo a decir que cumplo ese prototipo de hombre macerado, sobretodo por dentro y reventado por fuera. Porque a la caja de pino hay que llegar reventado de experiencias y estar preparado para afrontar nuevos retos y rutas cada día que enriquezcan dicha experiencia, sin perder ese miedo inocente que te hace ser precavido en cada nueva circunstancia.

El cual, no solo me ha hecho aprender la lección personalmente, también, me ha hecho afinar la empatía sobre el prójimo, especialmente víctimas de abuso emocional y deseo por su recuperación inmediata. Porque todos tenemos en común que, aprendemos a nuestro ritmo y no hay que tener miedo ni prejuicio por quién lo use para intimidar a otros, porque quien lo usa para intimidar a otros es porque, en realidad, tiene más miedo e inmadurez que las víctimas que aceche para afrontar sus circunstancias.

Sin más dilación, como fin de un ciclo me gustaría compartir mi testimonio como difusión del abuso encubierto y también para evitar explicaciones innecesarias a quién le pueda interesar mi versión de los hechos secundado por una comunidad de profesionales como Rony Begood, el equipo de Psicopsiquis y el resto de testimonios de víctimas sin género, raza, credo, edad (al menos a partir de 18 años, por el tema de la legalidad en las redes sociales) para dar a conocer la raíz de los prejuicios y el abuso emocional encubierto. Vamos al turrón!!!

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