La esencia del Camino de Santiago

Cuentan los viejos pergaminos religiosos que Santiago El Mayor murió predicando los valores del cristianismo en Palestina, a manos del Rey Herodes Agripa I. Los discípulos del mismísimo Santiago decidieron recoger su cadáver, cruzando el río Ulla en barca y portándolo hasta Gallaecia, por una serie de sucesos o señales místicas que interpretaban a través de la religión cristiana. Así fue como nació el Camino Francés. Posteriormente, cuando el rey Alfonso II fue conocedor de la tumba del Apóstol Santiago, se movilizó desde Oviedo a Santiago, convirtiendose en el primer peregrino de lo que hoy conocemos como Camino Primitivo, el Origen, para rendir culto construyendo una ermita que se convirtiría, con los años, en la Catedral de Santiago.

A partir de entonces, se empezaron a movilizar el resto de feligreses y creyentes cristianos para rendir tributo al Apóstol. Además, corrían todo tipo de rumores religiosos de que, los peregrinos que alcanzasen Compostela, se les concedía la bendición divina del Apóstol y Jesus nuestro señor, sanando sus males o remordimientos. Esto, científicamente, podría interpretarse como rendición psicosomatica, a la vez que el hecho de caminar los fortalecía sin darse cuenta, desde el punto de vista del analfabetismo emocional. Lo cual se traducía en mejorar la salud, siguiendo las mismas propiedades que actualmente se conoce con los beneficios deportivos del senderismo, aunque no siempre corrían la misma suerte, en ocasiones acababan muriendo durante el viaje, a causa de la climatología y las penurias.

Para algunos era y sigue siendo la panacea de la vida, para otros, especialmente los más escépticos, es motivo de discrepancia. Pero, al margen de las polémicas, lo que es indudable es que la religión ha servido y sigue sirviendo como política de superación para los más analfabetos psicológicamente. Dándoles un motivo por el que estimular sus emociones para salir de la zona de confort por aquello en lo que crean, antes, ahora y siempre, e independientemente del objetivo individual. Lo que realmente cuenta es el transcurso y no la meta, por eso, si la religión ha logrado ser tan trascendental para diversificar la libertad de expresión real, incluso para los agnósticos, la teología y todas las religiones merecen todos los respetos

Libertad de expresión que, por cierto, se ha perdido con los años con la excusa de rendirle tributo precisamente. El error, como de costumbre humano, ha sido comparar las diferentes opiniones al respecto a lo largo de las diferentes épocas que ha existido el peregrinaje y sus respectivas costumbres.

Hace millones de años, si los primeros peregrinos pudieran elegir, seguramente preferirían peregrinar con las comodidades actuales, de hecho ese es el motivo de mejorar el progreso y la calidad de vida con los años, sin embargo, los peregrinos actuales, supuestamente evolucionados material y racionalmente, deciden rendir tributo a los antiguos peregrinos con las diferentes disciplinas actuales.

Hasta ahí bien, lo peor es cuando los individuos más puritanos alcanzan cierto nivel de experiencia en que los niveles de soberbia supera a los de la humildad, es señal de que son los menos indicados para dar consejos que por sí mismos no aplican y/o intentan imponer como una ley no escrita y normalizada para todos.

Para mí, personalmente, el Camino de Santiago es un desarrollo personal, independientemente se recorra en soledad o acompañado, puesto que de ambas maneras los principales compañeros son tus propios pensamientos y la capacidad de afrontarlos a medida que avanzas transformando las adversidades en soluciones o problemas. Espiritualmente, el Camino de Santiago, también es una metáfora de la vida real.

Pero ya no solo el Camino de Santiago en sí, que no deja de ser el nombre que un movimiento como el cristianismo nombró en honor a uno de sus Apóstoles, sino cualquier camino reconocido o por explorar y le pese a quién le pese, tiene las mismas propiedades curativas, incluso independientemente de los medios que cuente para su promoción o provisión de recursos. Considero que la auténtica esencia o magia de cualquier camino es la riqueza de proveernos de la suficiente imaginación para hacernos sobrevivir y discernir entre las diferentes opciones supervivencia o ninguna.

Por lo tanto, los burdos debates de la diversidad de costumbres para realizar cualquier camino, incluyendo los de Santiago, radican en la educación y el respeto de transmitir todas las opciones para que cada individuo sienta la libertad de realizar como mejor se adecúe a sus circunstancias del momento y vaya evolucionando a medida que lo vuelva a experimentar o no.

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