El problema de la (in) felicidad no es de las redes sociales, sino de las propias personas. Las personas que no saben gestionar sus emociones solo comparten sus días felices o sus mayores logros, mientras critican a quienes hacen una gestión productiva de sus emociones compartiendo tanto los días felices como los amargos, reservandose también algunos matices para la privacidad.
El único matiz realmente justificable es mantener cierto margen para la privacidad, de igual manera que en la vida real somos transparentes o reservados por la calle y cuando llegamos a casa disponemos de nuestra privacidad. En las redes igual, se trata de compartir aquello bueno o malo para transmitir experiencia o aprendizaje desde la alegría y la introspección, respectivamente.
De igual manera que huimos de las personas sospechosas que nos encontramos por la calle, debemos huir de las personas que SOLO comparten sus días felices o lo que les interesa en las redes, mientras critican al resto que no tienen miedo a mostrarse tal como son, incluso a pesar de los riesgos que puedan existir. Sin perder la amabilidad ni emitir juicios de valor personales porque, posiblemente, estan aparentando no ser las personas más (in)felices del mundo, cada cual tiene sus propios motivos.
Hemos de aprender a discernir y rodearnos de personas que brillen y sean humildes, así como no tener miedo a dar toques de atención con asertividad para anticiparnos antes del delito de odio a quienes infrinjen los derechos morales de las personas o los límites del respeto.
Hay una gran diferencia entre buscar culpables y ser responsables. #ReflexionesNinja
Tweet