El ser humano tiene la fea costumbre de no valorar lo que hacen por él, pensando en hacer por quién no hace y cuando aprende a poner límites le reprochan la desatención más que agradecer lo que hayan hecho anteriormente.
El ser humano tiene la fea costumbre de no valorar lo que hacen por él, pensando en hacer por quién no hace y cuando aprende a poner límites le reprochan la desatención más que agradecer lo que hayan hecho anteriormente.