Toda acción conlleva una reacción

La siguiente reflexión es causa por el efecto espejo de esas personas que proyectan sus propios miedos sobre quienes tienen la valentía de emprender sus sueños, al margen de los miedos, sin meterse con nadie. No es cuestión de que “se metan o se dejen de meter con nadie”, se trata de cumplir los sueños propios y compartiéndolo con quién esté dispuesto a aportar su granito sin entorpecer la labor de nadie en la medida de lo posible.

Todos los seres humanos somos diferentes en costumbres y parecidos en esencia, está claro que no tenemos la misma opinión y, precisamente, ello es nuestra mayor virtud y defecto a la vez; la diversidad. Deberíamos fortalecer esa aptitud más como virtud que como defecto, divulgando nuestras opiniones libremente sin temor ni prejuicio. Haciéndolo de manera asertiva en los casos más delicados, escuchando y respondiendo con empatía y sin dobles sentidos, sabiendo diferenciar cada contexto en cada momento, con respeto y tolerancia. 

democracia

Por lo que no hay que confundir el derecho a la libertad de expresión con las opiniones no consentidas fuera de contexto. Aunque dependa de nuestra actitud cómo afrontarlas, un mal día lo puede tener cualquiera y, de la misma manera, que alguien pueda soltar una opinión no consentida por tener un mal día y el que la recibe debe saber mantener la actitud correcta, para encajarla asertivamente, de la misma manera el que la recibe también puede tener un mal día y no saber afrontar la interpretación correcta. Y si ya ambos tienen un mal día, puede ser la guerra. Se puede dar el caso de quienes actúen de tal manera voluntariamente, por el simple hecho de divertirse ofendiendo o porque quieran tener la razón a cualquier precio, en esos casos lo mejor es no pronunciarse hasta que el ambiente esté más saneado.

De esa manera nos evitaríamos, sino todos, el 90% de los sofocos emocionales, ya que además existe un 10% inevitable cuando se presenta alguna confrontación anterior con algún individuo que abusa de la máxima confianza intima que pueda haber, faltando las apariencias prometidas.

Lo que vengo a decir es que, nadie es mejor ni peor que nadie por pensar diferente, se puede debatir y exponer las diferentes ideas para reformular y transmitir la experiencia entre personas y, aún así, cada individuo seguiría siendo libre de tomar sus propias decisiones sin más reproches que la autocrítica y reflexión personal, siendo consciente de las mismas consecuencias, positivas o negativas, que ello le acarrearía sin derecho a lamentaciones.

Por tener, se tiene derecho a lamentarse siempre y cuando sea necesario pero, también, hay que hacer uso de la razón y la lógica para ser más autosuficientes con el tiempo. De ello consta el aprendizaje, cuanto más experiencias más conocimiento de causa (se supone) valorando las mejores opciones o más prioritarias para sobrevivir o evolucionar.

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