El ser humano es sociable por naturaleza, desde los tiempos más remotos en que andaba con ‘taparabos’ se juntaba en pequeños grupos ocasionando algún que otro disturbio. Según avanzaba la historia, desde la Edad Media hasta finales del siglo XX, seguía formando corrillos para difundir rumores sobre cualquier hecho que llamara la atención. Y finalmente, en el siglo XXI podemos comprobar que se repite la historia en cualquier medio de comunicación con todo tipo de debates que conllevan rumores y discrepancias agravando el tono defensivo con los años, y a pesar de los daños, consecuencia de los prejuicios haciendo uso del sarcasmo, ironía, indirectas, etc.
Llega un momento en el que he llegado a la conclusión que el exceso de las críticas compulsivas, en lugar de buscar soluciones, hace que la gente se vuelva tóxica por falta de empatía. Algo que ninguno estamos exentos sino moderamos nuestros actos.
He llegado a la conclusión que dicha toxicidad es una manera de llamar la atención como excusa a la falta de voluntad o frustración, por el motivo que sea, de lograr nuestras metas. Porque por mucho que se expliquen las cosas, hay gente que parece no entender (o no querer entender) la lógica. Hasta el punto en que se les tiene que dar la razón como a los niños pequeños.
A buen entendedor sobran las palabras, y cuando hay voluntad, no hay obstáculos ni intereses que se interpongan en nuestros objetivos.
«No es necesario el dar más explicaciones de lo necesario,
porque tus amigos no las necesitan,
tus enemigos no las escuchan
y los estúpidos no las entienden».
De esa manera, cuando aprendemos a analizar la diversidad de opiniones, aprendemos a priorizar las críticas constructivas descartando las opiniones negativas que no llevan a ningún lugar. Es algo tan obvio y lógico que, si no se hace adecuadamente, se corre el riesgo de entrar en un bucle mental que conlleve a una situación de estrés que pueda desencadenar algún desajuste anti saludable.
Un comentario en “Zoociedad Tóxica”