He intentado evitar tocar el tema de la violencia de género porque no lo considero tan importante, no al menos, desde el sentido que es considerado por el resto de la sociedad. Pero dada las circunstancias, me veo obligado a reflexionar desde la auto critica para transmitir un poco de consciencia desde mi punto de vista, lo más neutral posible, sin posicionarme más de lo que requieran ciertas habilidades de cada aspecto.

Últimamente, cada vez más, la gran mayoría solo habla de que es la mujer la que recibe violencia de género por tratarse del sexo “débil” porque el hombre es «más fuerte». Quizá tenga más fuerza pero no por eso es más fuerte. Una cosa es cierta, y es que los hombres son simples, tan simples que unos parecen sacados del paleolítico (no lo niego) y otros disimulan mejor, para bien o para mal. Por el contrario, la mujer es más astuta, a pesar de no tener fuerza sabe muy bien como jugar sus cartas con inteligencia, para defenderse como una leona defiende a sus crías.

Por eso, tengan razón o no, ningún movimiento de igualdad puede tener credibilidad ni eficacia denominándose con el nombre de uno de los bandos, porque el orgullo acaba en fanatismo desequilibrando siempre la balanza. Hay que aprender a respetarse mutuamente, aprendiendo a escuchar antes de juzgar, para tolerarse aunque no se comparta la misma opinión, porque podemos aprender mucho más en equipo de lo que creemos haber aprendido individualmente.