Como alguna vez ya he comentado por el Blok o por las redes, las enfermedades, sin ánimo de generalizar y sin una opinión científica, considero que son una mera catalogación humana para etiquetar la parte amarga de la vida. En realidad, considero que, cualquier proceso desarrollado de manera natural que no haya sido alterado artificialmente, es parte de la naturaleza y hay que aceptarlo como parte de un todo de la vida. Para bien o para mal, nos guste o no. Aceptarlo nos permitirá vivir más plenamente con la conciencia tranquila y la actitud de encontrar soluciones o estrategias más constructivas que el hecho de amargarnos o prejuzgando las vidas ajenas, adentrándonos aún más en el problema, entrando en un bucle infinito que puede desencadenar más problemas psicosomáticos.
En esta ocasión quiero reflexionar sobre el autismo, al margen de los estudios y pruebas neurocientíficas concretas de cada individuo, que eso ya debería consultarse con un el especialista en cada caso. Pero, desde la perspectiva lógica y simple, quiero hacer la observación objetiva al respecto.
A lo largo de los años se ha especulado prejuiciosamente muchas opiniones sobre el autismo, desde marginar a los individuos por ser considerados “raritos” o faltos de integración en la sociedad, a tratarlos medicamente para alterar artificialmente lo que, por naturaleza, deberían modificar cada individuo con el aprendizaje y la maduración propias a medida que experimenta según va viviendo. Cada individuo tiene un ritmo de evolución diferente, en función de la naturaleza, de las costumbres o las influencias de la educación recibida. Y por mucho que queramos interactuar para agilizar ese proceso natural, aunque sean con buenas intenciones, la naturaleza es sabia y por sí misma se va abriendo camino. Pero lo que sí podemos es colaborar en encauzar esos procesos por el camino que nos interese, para bien o para mal, mucho mejor para bien, evidentemente, influenciando sin excesos en favorecer un determinado tipo de conductas que desempeñen el objetivo del aprendizaje.
Centrándome en las características del autismo, las personas autistas son personas que se mueven en otra onda diferente al resto de personas de su convivencia, de su entorno, o de las costumbres de su cultura étnica. En realidad esto no es malo, simplemente tienen otra perspectiva que las hace únicas, como al resto de individuos. Todo el mundo tiene una particularidad que las hace destacar y aportar su granito a la sociedad. Y, en mi opinión, basándome en la dinámica superficial que ha adoptado la sociedad actual moviéndose en determinadas pautas sociales, el autismo, más que una “enfermedad” o desventaja, lo veo como un “superpoder” o don de visualizar el desarrollo de las habilidades personales, a nivel individual alejados de esas pautas sociales que permiten al individuo no distraerse con materialismos innecesarios. Materialismos que por otra parte, a la vista está, distraen al resto de individuos que si siguen dichas pautas y que terminan dispersando sus habilidades sin obtener, u obteniéndolos en contadas ocasiones, los objetivos finales.