La Teoría del Petirrojo

Todos los seres vivos somos materialistas por naturaleza, lo que explica que el narcisismo es un instinto de naturaleza primitivo y todos tenemos rasgos, si bien de manera controlada. Todo lo que sea descontrolado o desproporcionado  ya se consideraría un trastorno psíquico.

Mi teoría del petirrojo tampoco es ninguna teoría nueva, si bien es una comparación con la ley de atracción animal. Poniendo como ejemplo el procede de las aves, que es como más romántico si cabe o menos invasivo a las mentes con más tabús culturales, para no herir demasiadas sensibilidades.  

Cuando se aproxima la estación primaveral en que todos los seres vivos, no hermafroditas, sienten la fase de apareamiento o celo en que sufren alteraciones en su estado nervioso que les revoluciona las hormonas, alterando su estado más primitivo y viril.

Los petirrojos se posan en la rama más expuesta a su objetivo sexual opuesto, canturreando para llamar su atención. El petirrojo más viril con el pico más afinado será el que consiga pavonearse más que el resto de petirrojos, será el escogido o escogidos por la petirroja o petirrojas, en función de aves disponibles de paso por el lugar para entablar parejas.

Con el resto de especies animales pasaría ¾ de lo mismo, cada cual con su entonación o habilidad particular, rugido, ladrido, maullido, posado, muda de piel, contorneo de colores, etc. En el caso de la especie humana, la cosa se complica gracias a la evolución racional, mezclando costumbres, complementos, rituales, etc. La ley de la atracción es la primera fase y la más material para captar la atención, de eso se trata.

A continuación, la segunda fase, se complica un poco el proceso de selección, siendo las hembras las que deben tomar la decisión de elegir al varón que será el padre de sus crías, ayudarle a alimentarlas, a defenderlas, a ser defendida mientras incuba el nido o embarazo, compartiendo relevos y roles en las tareas de alimentación y transmisión de conocimientos a sus crías.

Para no variar, la especie humana es que más se complica, mezclando decisiones instintivas con prejuicios irrelevantes para ser el más machote, el más seductor, en resumen, el que tiene el ombligo más grande de todos.

Pero al fin y al cabo, al igual que ocurre en los petirrojos o cualquier otra especie animal, lo que de verdad importa para conquistar a una hembra o escoger a un varón, después de esa primera fase material, se trata de afinar el canto y las habilidades.


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