Últimamente, es evidente, que está cada vez más presente una nueva filosofía de vida más saludable para ganar calidad de vida, basada en encontrar el equilibrio entre cuerpo y mente y apoyada en el mindfullness y las habilidades sociales.
Pero, sin afán de crítica, parece que se haya puesto de moda la oratoria, como un nuevo oficio, para ganarse la vida dando discursos en base a supuestas experiencias porque a la gente le gusta escuchar historias para que le regalen el oído. Transmitir experiencia es bueno, pero soltar discursos sobre conocimientos básicos para ganarse la vida me parece muy superficial y subjetivo, porque cada experiencia debe ser personal e intransferible, no hay dos iguales. Ademas´, del dicho al hecho hay un trecho y siempre he creído más en los hechos que en las palabras.
El mejor consejo es la experiencia, y ese siempre llega tarde.
Tweet
#ReflexionesNinja
Por un lado, objetivamente, esto es algo bueno. Porque se canaliza el poder de la información de la verdadera democracia en encontrar el equilibrio de las cosas que nos enfocan en nuestros propósitos sin perjudicar al prójimo. Pero, por otro lado, se detecta una influencia negativa del marketing de guerrilla que corrompe la esencia comercial de venderse sin esperar nada a cambio, con cierta falsa humildad o subjetividad.
Estoy de acuerdo que la ley de la naturaleza es sobrevivir y saber venderse, pero no a cualquier precio. Es cierto que es muy tentador el poder ostentoso de la riqueza y la popularidad, para difundir un mensaje o un producto que repercute en cuantos más beneficios mejor, pero el verdadero equilibrio que debería aportar el razonamiento que nos caracteriza a los humanos (en teoría) es el hecho de dar sin esperar nada a cambio. No por ello significa que no valoremos o no tengamos que poner precio a nuestros conocimientos, ni mucho menos pero, además de trabajar por amor al arte respectivo que nos dediquemos, aportando nuestro granito a la sociedad, el hecho de dar espontaneamente sin esperar a recibir nada, paradojicamente, nos aportará y atraerá automaticamente muchas más satisfacciones. Entre ellas, la sinergia de potenciales clientes que valoren nuestros conocimientos para enriquecer los suyos y, por lo tanto, reconociendo y/o lucrando respectivamente dichos servicios ofrecidos.
Enfocándonos en el positivismo de hacer lo que nos gusta y disfrutarlo, provoca una reacción psicológica en nuestro entorno para atraer el interés de quienes sienten curiosidad o necesidad por lo que hacemos, beneficiando a su propio propósito con nuestro propósito. Y no hay nada más satisfactorio que trabajar las sinergias entre propósitos, ya sea entre cliente-proveedor, cliente-cliente, proveedor-cliente, etc. Dicho esto, quiero aclarar el título del post en que hay dos tipos de propósitos, igual de respetables pero dudosamente equilibrados;
Los propósitos de corazón o por devoción, que trata de escoger una afición para convertirla en un oficio, reinventándola si es necesario, adaptándola a las necesidades personales y/o del servicio, para ayudar en las necesidades del prójimo que a su vez repercutirá en los beneficios personales. Alguien que realmente desea liderar su propósito, al margen de posibles ayudas o reconocimientos posteriores, siempre estará más receptivo a trabajar en silencio hasta que sus exitos reluzcan por si solos, aunque ello signifique sacrificio o soledad. Por eso, la mayor parte del trabajo es como un iceberg se encuentra bajo la superfície.
Luego están, lo que vendrían a ser los falsos gurús, que son aquellos personajillos que prometen el oro y el moro a través de recetas milagrosas para alcanzar el éxito, sin oficio ni afición, suelen llamarse «vividores» justificando las intenciones reales de su propósito, respetables pero dudosamente morales. Se encargan de manipular un producto o servicio para exprimirlo comercialmente, vendiendo las ideas de terceros con menor repercusión aprovechandose que no tienen los medios o los conocimientos para comunicar o difundir tan bien como lo hacen estos gurús. Abusando quizá, por la falta de humildad, aceptando fácilmente el reconocimiento de su publico que los obsequian con regalos.

En mi opinión, son tan respetables los unos como los otros, porque como suelo decir, todo el mundo tiene derecho a ganarse la vida para “pagar la hipoteca” y ganarse el pan con el sudor de su frente. La única crítica constructiva que quiero hacer con esta reflexión, es que si queremos hacer un bien a la humanidad para encontrar el equilibrio juntos pero no revueltos, es que seamos un poco más coherentes con las ideas que vendemos o predicamos. Está bien destacar y tener un propósito, pero creo que sería más productivo si invirtieramos nuestro tiempo en ser más altruistas, dejando lo comercial o económico en segundo plano. No por ello hemos de dejar de ser comunicativos o de ingresar nuestro cheque a fin de mes, pero será más satisfactorio e incluso más voluminoso a raíz de muchos pequeños ingresos que sean satisfactorios con una confianza y un prestigio marcados, en lugar de uno o pocos ingresos aunque sean voluminosos pero efímeros como el humo. Y esto podría aplicarse a cualquier propósito también, tanto personal como laboral.