Hay muchos tipos de felicidad porque es una filosofía de vida pero podría dividirse en dos grandes grupos; los que aspiran a una vida de lujo y los que se conforman con ser felices con la mitad de lo que poseen.
Pero, tanto el lujo como el conformismo son relativos. El lujo es relativo con lo que somos felices, ya sea mucho o poco en función de los intereses de cada individuo y dependiendo con quien o qué nos comparemos, no es lo mismo compararse con alguién que tenga o guste con menos como hacerlo con alguien con más, por eso no hay que compararse mas que con uno mismo. Y el conformismo es relativo porque, por poco que tengamos, si tenemos las herramientas precisas y sabemos sacarle rendimiento, puede ampliarnos los horizontes partiendo del presente y desde cero, amortizando lo poco como si fuera mucho.
La felicidad puede expresarse de diferentes maneras todo el tiempo, porque está (o debería estar) presente todo el rato. La manera más habitual de detectarla es cuando viajamos, porque es cuando salimos de nuestra zona de confort para explorar (o no) nuevas fronteras. No solo es importante viajar, sino, es determinante cómo viajar. Y la felicidad influye en estar más receptivos por conocer el entorno, aprendiendo nuevas costumbres o rechazándolas.
Luego, al margen del tipo de felicidad, puede ser de intensidad variada dependiendo cada individuo. La felicidades es un estado de ánimo cuya intensidad depende de los biorritmos de aprendizaje de cada individuo y, además, no exime de compartirse con otras emociones.