Cada metabolismo tiene unas necesidades adaptadas a la evolución de las costumbres y territorio respectivo, por lo que si esperáis una receta milagrosa para adelgazar o tener el cuerpo 10 sin mover un dedo, lo siento decepcionaros. Pero, no solo no va de eso, sino que además es imposible sin esfuerzo ni sufrimiento. Un sufrimiento positivo, que aporta fortaleza y conocimiento disfrutando, paradójicamente, el camino de conseguir ese cuerpo 10. Así que si os interesa tener en cuenta esos consejos, leed hasta el final.
Como he dicho, no existe ninguna receta milagrosa para adelgazar o conseguir un cuerpo 10. Al margen que un cuerpo 10 es relativamente al gusto del objetivo de cada uno. La única manera para adelgazar y mantener la línea, es siguiendo la regla del 40 – 20 – 40.
40% alimentación – en este apartado no voy a recomendar ningún detalle más allá de las pautas básicas que a mí me han funcionado, porque es la parte más personal y delicada que debe asesorar, únicamente, un especialista médico o nutricionista cualificado (ojo con los nutricionistas, que últimamente hay mucho intrusismo en ese campo). La regla es bien fácil, comer proporcionalmente al gasto calórico y sin llegar a saciarnos del todo. No digo que haya que pasar hambre, bueno… una poquita si, pero cumpliendo con la proporción energética que nuestro cuerpo necesite y/o haya gastado, se trata de no sentir esa sensación de hinchazón, y mucho menos de comer hasta reventar. Porque ahí es donde empezamos a llenar las reservas que no dan margen a quemar el resto del depósito. Se trata de modificar los hábitos y costumbres de comer por costumbre a habituarse a comer, exclusivamente, cuando hay hambre. Aplicando la norma de las cinco comidas, del ayuno, el ayuno intermitente o proporcionando el gasto calórico a la cantidad de ejercicio que realicemos, evidentemente reduciendo grasas, sales, azucares y bollería industrial.
Si de las 2.000 calorías, aproximadamente, que necesita una persona adulta al cabo del día, quemamos la mitad y la volvemos a recuperar según nuestro objetivo, habremos cumplido la proporción necesaria que necesita nuestro cuerpo a lo largo del día para rendir óptimamente en cada una de las tareas a lo largo del día, desde levantarse, activarse, ir a trabajar, aguantar hasta la tarde, realizar ejercicio, las propias tareas domésticas y acostándonos con la sensación de cansancio y saciedad sin excesos.
Como digo, para más detalles sobre este aspecto, si o si, hay que consultar con un especialista médico, para conocer nuestros niveles de colesterol y necesidades alimenticias sobre cada vitamina, y no dejarnos llevar solo por las apariencias de estar más delgados o más gruesos. Porque aparentemente de podemos sentirnos bien o creer que no engordamos o adelgazamos porque no seguir una dieta equilibrada del todo, pero al gozar de buena o mala salud las sensaciones pueden ser contradictorias a lo que realmente puedan indicar unos análisis más concretos, los cuales ayudaría a prever con tiempo cualquier tipo de anomalía.
20% ejercicio físico – es tan importante como la alimentación y, en este apartado, también es necesario consultar con un entrenador personal o preparador físico que conozca los ejercicios para cada tipo de disciplina o preparación, en función de nuestro objetivo. El objetivo no es solo gastar un consumo calórico excesivo, del apartado de alimentación, sino proporcionarlo para no exceder los límites propios más de la cuenta. La regla básica que hay que cumplir es calentamiento o preparación, disciplina o deporte favorito para entrenar o practicar, y enfriamiento o relajación de los músculos.
En el calentamiento se trata de preparar los músculos o grupos musculares que se va a trabajar en el entreno o práctica de la disciplina deportiva que escojamos dedicarnos y, al final, para recuperarnos del esfuerzo físico, relajaremos los músculos para que vuelvan a la normalidad, realizando estirameintos de los mismos o grupos musculares que hayamos forzado, con ligeros ejercicios que podrá indicarnos nuestro preparador físico, con el fin de evitar sobreesfuerzos y/o prevenir lesiones.
40% Descanso – casi tan importante o más que la recuperación de los músculos, porque durante el descanso los músculos también trabajan en reposo, manteniendo un buen hábito de dormir entre 6 y 8 horas diarias, según edad y tipo de esfuerzo realizado. Compensando, si fuera necesario o recomendable, con pequeñas siestas tras la sobremesa entre 15 y 45 minutos, dependiendo de nuestras necesidades y del tiempo que dispongamos a tal efecto.