La inclusión ideal

A raíz de observar las pautas sociales durante algún tiempo, aunque sea una utopía, empecé a imaginarme como debiera ser el prototipo de persona ideal. En realidad, desde mi posición, pensaba en la mujer ideal, pero intentando ser más objetivo y la posibilidad de que pudiera aportar claridad a cualquiera, fui objetando las posibilidades hasta caer en la cuenta que todos buscamos lo mismo, independientemente del género o la raza. El pensamiento es algo tan subjetivo como las creencias que nos imponen nuestro entorno, costumbres, etc. Lo que realmente prevalecen, son las experiencias que vivimos y que, en la mayoría de veces, redescubrimos otra perspectiva diferente a la que habían impuesto otras creencias.

Si queremos prosperar y salir de la zona de confort, hay que dejar de pensar en los prejuicios normalizados e incentivar la intuición propia sin géneros, razas o pensamientos convencionales. Ocuparnos más de lo que nos hace felices y preocupándonos menos de lo que los demás piensen de nosotros o hagan con su vida, porque cada uno es libre para seguir su intuición, esa es la riqueza que aporta la diversidad, el autoconocimiento. 

Nadie nace aprendido y todo el mundo son capaces de desarrollar sus habilidades, en función de sus circunstancias y su educación, respetando al prójimo como nos gustaría que nos respetarán, sin rencores ni esperar nada a cambio. Sabiendo apartarnos de lo que no aporta, porque aún está preparado para aportar en determinadas circunstancias, de esa manera atraeremos lo que aporta focalizando nuestros objetivos paso a paso. 

Por eso creo que la mejor inclusión no debe estar basada en ningún género ni creencia para competir por ser mejor que, porque eso es precisamente lo que se intenta evitar, sino sacando lo mejor de cada hábito para crear uno nuevo irreversible y tránsfugo. No se trata de cambiar la pronunciación ni de robar vocales, se trata de aprovechar lo que tenemos aprendiendo a comprender el lado bueno de cada cosa. Se trata de hablar de personas sin género o de tratar de ser lo más objetivos posible con el resto de cosas procurando dejar a un lado los favoritismos. Entiendo que puede resultar complicado para una sociedad acostumbrada a ser egoístamente falsa por mirar únicamente por sus intereses, es ley natural de supervivencia, pero sacando partido a la percepción inteligente que nos desarrolla la naturaleza no debería ser complicado poniendo todos de nuestra parte. Sin excusas.

La persona perfecta debería ser aquella que supiera expresar, en cada momento y de manera asertiva, sin reprimir las emociones. Sabiendo reconocer en cada momento el motivo de las alegrías, como de las tristezas, encajando las victorias o derrotas sin egocentrismos ni rencores, aprendiendo a juzgar las circunstancias sin prejuicios ni fanatismos y, lo más complicado, aceptando el derecho a la libertad del prójimo de la misma manera que para sí mismo.

Por lo que, la inclusión ideal, no debería ser necesario modificar ningún tipo de pauta ajena, ni abecedario, ni tratando de cambiar las personalidades ajenas, porque lo único que se consigue es darle más importancia de lo que merece aquello que no aporta y acaba convirtiéndose en algo crónico. La vida de por si es cambiante y siempre consigue abrirse paso, así que dejemos que todo fluya y nada influya.

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