Alumbrar el silencio de los sueños

Uno de los rasgos del instinto de supervivencia de cualquier especie viva, es llevar la procesión por dentro. Cuando un pensamiento no sale según lo previsto, o incluso antes de saber si es factible o no, se guarda la precaución de no decir nada, por discreción y respeto, empezando por el respeto hacia uno mismo y para evitar involucrar a terceras especies.

La especie humana es la excepción que rompe la norma, rompiendo (casi) todas las normas de la libertad en nombre del respeto. Paradójicamente, a medida que evoluciona el razonamiento, involuciona la discreción con la justificación de fomentar la comunicación social. Es aceptable hasta cierto límite, ya que todo en exceso es tan perjudicial como en escasez.

Algunos años atrás, durante el siglo XIX, se había establecido la pauta social de que acallar los pensamientos más íntimos estaba socialmente bien aceptado, especialmente para los varones hasta tal punto de ser un símbolo de viribilidad, guardando las apariencias discretamente para evitar incidir en falsas alarmas o anticiparse a hechos poco probables de ser una realidad, al menos, hasta que fueran una evidencia.

En la actualidad, a medida que avanza el siglo XXI, se habla cada vez más de libertad de expresión como un derecho básico para consensuar entre la voz de todo el mundo que tenga algo que decir cómo que no, a cualquier precio, solo por el hecho que tenga ganas de opinar. Esto es un error, porque derecho a opinar tiene todo el mundo tanto para exponer argumentos constructivos como destructivos, cada individuo aporta lo que sus creencias le permiten. El sentido de evolucionar racionalmente se basa, precisamente, en pensar detenidamente que expresar, como expresarlo, cuando expresarlo y con quién o donde expresarlo.

Hay dos maneras para resolver y/o difundir o cortarlo de raíz un pensamiento o hecho circunstancial; no dándole más importancia de la que merece, manteniendo el contacto cero absoluto con toda fuente de información de donde provenga o pueda provenir, o concienciando efusivamente la base de los argumentos que se desean dar a conocer para tener presente las limitaciones que se está dispuesto a permitir o no.

Existen, también, diversos motivos por los que una persona o grupo de personas, sin género, raza o credo, puedan decidir llevar la procesión por dentro y que sea respetable sin discusión aparente. Con el fin de anticiparse o cortar de raíz los pensamientos o hechos existenciales, mayoritariamente negativos, con tal de no transmitir sensaciones negativas que puedan difundir o recordar el pensamiento o hecho circunstancial que se quiere dejar en el olvido, por el bien de la salud psíquica o integración física de uno o más individuos.

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.