Después de reflexionar, en posts anteriores, algunas ideas instropectivas como la proyección de nuestras sombras y luces, no he podido evitar darle una vuelta de tuerca a otros matices que pueden surgir para justificar las conductas humanas.
Partiendo de la base que nuestras expresiones suelen ser un reflejo de nuestras emociones y asuntos pendientes, es cierto que la mente humana puede parecer un barrio oscuro tan amplio como el universo, y es que, recientemente descubren nuevas metodologías neurocientíficas de como se regeneran y se interconectan entre sí la red de circuitos neuronales y membranas nerviosas que existen en nuestro cerebro.
Ante todo, la expresión y la palabra directamente, considero que es el mejor metodo par vencer a nuestros miedos y disipar cualquier rumor o malentendido. Pero, hay algunas veces que el silencio y el tiempo son los mejores jueces, evitando explicaciones innecesarias, sobretodo tras haberse expresado en una primera instancia que se vuelve a repetir en bucle por intereses pendientes propios o ajenos.
Una de las estratégias narcisistas más perversas es la de darle la vuelta a la tortilla para enloquecer a sus víctimas y quedar impunes por ellos, más conocida como la técnica del Gaslight. Esto consiste en marear la perdiz, haciéndole creer a la otra persona, desde la confianza ciega, que ha hecho una acción que en realidad no ha hecho, hasta que enloquece por confíar más en otra persona que en su propia intuición.
Un ejemplo de Gaslight o Efecto Espejo Inverso, sería culpar a alguien de romper una relación porque sospecha y confirma que su pareja abusa de su confianza, habla mal de él o de ella a sus espaldas, cambiar objetos de sitios o ser conocedor de hechos que ignore la víctima para recriminar su responsalibilidad innecesaria en contra de su voluntad. Y no solo con ello, una vez desenmascarado o a punto de desenmascarar el abuso, por todo el entorno que le concierne, el abusón/a vuelve a darle una vuelta más a la tortilla revictimizandose y poniendo buena cara, fingiendo que el abusón/a se redime de sus pecados o que no era consciente de que, el abuso emocional que ha cometido, en realidad lo ha cometido la víctima para victimizarse y culpar al abusón/a de ser un abusón/a. La regla de oro es que el abusón/a nunca reconocerá su consciencia de los hechos, conciente o inconciente, principalmente porque su realidad del bien es el mal ajeno.
El mejor consejo es la experiencia, y ese siempre llega tarde.
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#ReflexionesNinja
Mucho cuidado con esto porque igual de lioso es expresarlo como entenderlo, como de percibirlo quién lo está sufriendo en la vida real y, lamentablemente, solo quién ha sufrido o está sufriendo un abuso así sabe las consecuencias del duelo. Así de complicado es percibirlo, como también es un conocimiento que te aporta sabiduria para aprender a escoger mejor las relaciones y sinergias sociales.