El Poder de la Elección

Tenía ganas de reflexionar en profundidad sobre las dimensiones reales que se hacen sobre el bien y el mal para esclarecer cuanto determinadas perspectivas hacen referencia sin alcanzar ningún acuerdo o entendimiento. ¿Existe una sola realidad para cada dimensión, o sea, un bien o un mal exclusivamente únicos, o cada individuo o especie tiene su propia dimensión del bien o del mal?

Pues bien, según tengo entendido de documentarme con la neurociencia, ambas. De ahí que las opiniones o los prejuicios se dividan en subjetivas o individuales y en objetivas o colectivas.

También, a raíz de leer sobre filosofía y la gran variedad de pensadores antiguos que ya alcanzaron las mismas conclusiones que llegamos en cada respectivo presente, estoy cada vez más convencido que el bien y el mal como tal, son dimensiones subjetivas de cada individuo para declinarse por hacer lo correcto en cada momento adecuado, es decir, el poder de la elección y sus respectivos argumentos es la cuestión que sentencian lo que está bien o mal en cada momento.

A partir de ahí, pueden aparecer normas o leyes secundarias, construidas racionalmente para gestionar, derivar o tratar de hacer más sencillo el proceso de la elección. Aunque nada más alejado de la realidad, siempre acaba complicándose gracias al evolucionado pensamiento abstracto del ser humano. En función de los intereses, cultura, entorno, educación, hábitos, etc.

Una de las sensaciones que me da al respecto sobre hacer lo correcto es que, en ocasiones, se abusa de expresiones políticamente correctas o hábitos estoicos para ganar credibilidad, independientemente de que la tenga o no.

Además del poder de la elección, existe otra variable que desencadena la misma o es desencadenada con el efecto de causalidad, acción – reacción más conocida con otros nombres como karma. Porque toda causa tiene su consecuencia, y su desconocimiento no exime de su respectiva responsabilidad cuanto menos.

Así, de este modo tan fácil y complejo a la vez podemos hacernos una idea de las variables a tener en cuenta a la hora de argumentar lo más objetivamente posible para escoger o entender entre el bien o el mal, esa siempre es la cuestión.

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