El auténtico valor de las acciones no está en la fortuna y gloria del exterior, sino en la nobleza de las intenciones.
El auténtico valor de las acciones no está en la fortuna y gloria del exterior, sino en la nobleza de las intenciones.
Merecemos estar en un entorno que resalte nuestra ternura y no nuestro instinto de supervivencia.
No me importan las vidas ajenas, pero me importa que se entrometan en ellas.
Todo el mundo trae paz, unos cuando entran y otros cuando salen.
Los únicas barreras que nos limitan la paz interior, es la falta de límites y principios culturales.
Vivimos en un mundo en que las personas buenas deben rehabilitarse después de convivir con personas malas que no quieren rehabilitarse necesitándolo más.
Lo contrario al respeto mutuo por conveniencia, es la falsedad y la hipocresía.