Más vale una risa fingida al principio que desencadene un buen hábito por el resto de nuestra vida, que permanecer con «cara de acelga» por el resto de la eternidad.
Más vale una risa fingida al principio que desencadene un buen hábito por el resto de nuestra vida, que permanecer con «cara de acelga» por el resto de la eternidad.
Vivimos en un mundo en que las personas buenas deben rehabilitarse después de convivir con personas malas que no quieren rehabilitarse necesitándolo más.