Si nos preocuparamos tanto de las provocaciones encubiertas como lo hacemos con las reacciones generadas, sería el fin de todas las violencias.
Si nos preocuparamos tanto de las provocaciones encubiertas como lo hacemos con las reacciones generadas, sería el fin de todas las violencias.
Toda acción conlleva una reacción. Las acciones conllevan repercusiones para bien o para mal, la cuestión está en canalizar nuestras energías para obtener la mayoría del bien individual y colectivamente, en la medida de lo posible.