Más no siempre es más

Mi reflexión de hoy viene dada por la percepción del aumento de irresponsabilidad que existe cada vez más respecto al poder de la información que suponen las nuevas tecnologías y las consecuencias que provoca sobre el resto de ámbitos de nuestra vida, como la convivencia, algunas prácticas, las modas, etc.

Como alguna vez he comentado ya, el ser humano es sociable por naturaleza y se mueve por intereses en pequeños grupos reducidos donde encajan, o puede hacer encajar, sus ideales. Hasta que se encuentra preparado para salir de su zona de confort, por necesidad o ambición.

Las habilidades sociales humanas tienen dos posibles conductas (posiblemente más, pero tampoco soy un experto en la materia). Por un lado está la conducta social que nos relaciona a todos por igual, a partir de ahí puede desarrollarse una conducta tolerante con el resto de conductas mientras se fortalece la nuestra propia, y por otro lado está la conducta que no tolera el resto de conductas ni se emplea en la suya propia.

Hay personajes que, como el perro de San Roque, no viven ni dejan vivir porque piensan a corto plazo en 1D y eso es lo que, precisamente, no les permite desarrollar su inteligencia para extender su pensamiento autocrítico que les ayude a visualizar en más dimensiones para anticiparse a los hechos o simplemente aprender para mejorar sus condiciones de vida. No conformándose con esto, sino que además se hunden más en el bucle infinito, de la simplicidad que les hace ignorantes, con preguntas sin respuestas para entablar conversaciones “sin pies ni cabeza” o tan lógicas que las hace ilógicas y por lo tanto son las llamadas conversiones de besugo. Y no solo con eso, se excusan en seguir las pautas sociales aceptadas por miedos irracionales a la soledad, aunque estén fuera de los principios individuales o aprendizaje de valores morales correctos, y la soledad no es ni tan mala ni tan buena, al igual que las compañías, pueden ser tan perjudiciales como cualquier cosa en exceso o carente de ello. Por ello se necesita formentar el desarrollo personal, al igual que la formación profesional, para ganar autoconfianza o autoestima que, posteriormente, repercuta en nuestra formación profesional deseada y en las prioridades que escojamos de la vida.

En realidad, lo de los principios individuales o valores morales correctos, es tan relativo como la diversidad de opiniones. En sí no es ningún obstáculo ni defecto, al contrario, es la mayor riqueza del pensamiento para dar sentido a nuestro conocimiento adquirido con la experiencia. El autoconocimiento es la clave de la tolerancia y el respeto hacia lo ajeno aunque no se compartan los mismos ideales, solo así hallaremos el equilibrio entre el poder y el deber con disciplina para transmitir seguridad, a través de la observación, empezando por nosotros mismos antes de transmitirsela a los demás. Así es como nos percataremos que no precisamos ni la mitad de cosas materiales que creemos o nos hacen creer para ser feliz. La esencia del minimalismo se encuentra en el valor de los pequeños detalles cotidianos, que acaban sumando algo más grande que nos aporta equilibro y paz. Además, de que escuchando tenemos más probabilidades de aprender cosas nuevas, que levantando la voz como si ya las supieramos.

Necesito pocas cosas y las pocas que necesito, las necesito poco.
By San Francisco de Asis

La cuestión está en arriesgar en el momento oportuno de estar preparado o de emprender en silencio sin dañar a nadie, para pensar por nosotros mismos, hasta que los propios éxitos reluzcan por si solos creando el legado propio y sin relajarse excesivamente para no echar por la borda todo el esfuerzo empleado, evitando así posibles lamentaciones futuras.

He vivido todo lo profano. Si Dios puede obrar a través de mí, puede obrar a través de cualquiera.
By San Francisco de Asis

Y esto, se puede corregir, en mi opinión, pensando un poco más antes de actuar en caliente. Las mejores decisiones son aquellas que salen, o bien con un punto de improvisación pero con un mínimo de empatía tolerante para no pisar al resto, o bien pensando en frío hasta que aprendamos el hábito de controlar los pensamientos en caliente. Siempre será más satisfactorio mordernos el veneno si hace falta, sacrificándonos por alcanzar la meta a largo plazo antes que consumir los recursos a corto, pero sin dejar de disfrutar el camino. Y, si no queda más remedio que soltar el veneno, que sea en defensa propia y como último recurso.

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