Salú + Actitú = Aptitú

‪No me considero ningún gurú ni experto en nada, de hecho me gusta sentirme como un aprendiz más frente a las lecciones de la vida, porque eso es lo que somos todos; aprendices. Porque, por mucho que podamos aprender o formarnos, siempre la experiencia será el mejor consejo en el, correspondiente, presente adecuado a cada circunstancia. Ya lo decía Sócrates; “Solo se, que no se nada”. ‬

‪Lo más importante en la vida es la salud y, lo segundo, es la actitud para afrontar los retos y adversidades, para bien o para mal. Porque, aunque es evidente que hay más tendencia a inclinarse por lo bueno y rechazar lo malo, es evidente que no podemos omitir lo malo tampoco.‬

‪Cuando las circunstancias son favorables es más fácil ser objetivos estando, también, más receptivos. Y cuando van a contracorriente tendemos a ser más subjetivos, con el riesgo de caer en la negatividad, submergiendonos en nuestra propia realidad distorsionando otras perspectivas optimistas que nos permitirían cambiar el rumbo para encontrar soluciones más objetivas. ‬

‪Es cierto, también, que cuando confrontan estas dos perspectivas diferentes, la perspectiva objetiva debe empatizar con la perspectiva subjetiva marcando los límites para no caer en la misma negatividad. Y la perspectiva subjetiva debe hacer el suficiente esfuerzo para no negar la gravedad de su perspectiva, teniendo en cuenta que, aunque pueda parecerle complicado que quien no esté sufriendo las mismas adversidades negativas “no puede empatizar de ninguna de las maneras”, es totalmente falso. Aquí es donde la empatía objetiva y el esfuerzo subjetivo, deben equilibrarse para comprender que no hay nada que perder por buscar soluciones al borde del abismo o hundirse más en el problema por comodidad penden del hilo de la actitud para cambiar la realidad. ‬

‪Cuando todo fluye a nuestro favor es fácil ser objetivo, pero cuando fluye subjetivamente podemos seguir inmersos en nuestra oscuridad o, intentar arriesgar a dar los pasos aunque creamos que tenemos las de perder. Si de verdad tenemos las de perder, no perdemos nada por intentar cambiar el rumbo que puede que sigamos igual o puede que logremos nuestro objetivo. El no ya lo tenemos, pero al menos lo habremos intentado. Y, estoy seguro, comprobado y confirmado en varias experiencias personales y ajenas que, el 99,9% de los “problemas” tienen solución, porque el otro 1% es la muerte que pone fin a nuestras esperanzas, para bien y para mal.

Aún y así, justificarse con que no hay solución, independientemente del porcentaje real o las etiquetas que engloben el motivo de la muerte que pone fin a nuestras esperanzas, no dejan de ser etiquetas y un miedo irracional a salir de la zona de confort, que se contradice en sí mismo. Prueba de ello es que cuando algo se quiere de verdad y se lucha por una causa, no hay límites para lograrlo, porque se focaliza de tal manera que todas las acciones van destinadas a conseguir el objetivo de dicha causa. De ahí la explicación de que el universo conspira en favor de nuestras acciones, porque somos nosotros mismo quienes provocamos, conscientes o inconscientemente, que el efecto gire entorno a nuestras acciones.

Por eso, nuestra mente (actitú) es el motor que mueve nuestro cuerpo (salú) de una manera o de otra, dependiendo la «gasolina» que le metamos (positiva o negativa).

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