Uno de los entrenamientos vitales para mantener el vigor y la agilidad mental, es mantener el cerebro joven, especialmente para prevenir o reciclar los malos pensamientos, a causa de situaciones de estrés. Para mantener los pies en el suelo y la mente sobre los hombros desde que nacemos hasta que morimos.
A lo largo de nuestra vida es inevitable, por mucho que lo intenten remediar los activistas de postín, encontrarnos con situaciones estresantes o que no se ajusten a nuestras prioridades. Empezando desde la cuna, donde nuestros tutores o padres deben enseñarnos los principios básicos de supervivencia, respeto y tolerancia en cada contexto que se nos brinde. A partir de la escolarización, ya sea individual o colectiva, preferiblemente colectiva para que se integre la socialización en el aprendizaje, los tutores o maestros les corresponde la vocacional tarea de inculcar la cultura y la historia, lo más neutral y dinámica posible para que los jóvenes aprendices sean capaces de absorber la información pensando por sí mismos, haciendo uso de la reflexión y la auto crítica para cuestionar y comprender con respeto para adquirir el criterio propio de escuchar para responder, en lugar de contestar. Desarrollando dos de los cinco sentidos; la vista y el oído para ver, oír y callar cuando se preciso, y de esa manera incentivar el debate en lugar de la discusión, aunque se difiera o no se compartan las mismas ideas.
Independientemente de que las adversidades estén en nuestras manos o no, tenemos una solución si o si para minimizar, e incluso regenerar el desgaste de nuestro cerebro. Ya que, con los años, se ha demostrado que el cerebro no solo es capaz de aprender nuevos aprendizajes a cualquier edad, sino que es capaz de regenerarse de leves traumas con las prácticas o tratamientos adecuados antes que sea degenerativamente tarde.
Todo tiene solución, excepto la muerte. Y, ante la duda o problemas psicosomáticos que hayan trascendido en alguna enfermedad física más grave, es mejor consultar con un especialista médico. Pero de poder, aún, ser conscientes o tener el remedio a nuestro alcance, si podemos, debemos hacer caso a nuestras intuiciones valorándonos con amor propio. Usando las herramientas del ejercicio físico y la meditación para ayudar a nuestra mente y cuerpo a regenerarse. Ya que el ejercicio físico ayuda a regenerar las células, y la meditación ayuda a gestionar la información que procesa nuestro cerebro.
Sin olvidarlos, también, de la habilidad de aprender cosas nuevas cada día, leyendo noticias sobre curiosidades, un libro sobre alguna temática que nos interese, apuntandonos a algún curso de formación o refresco de nuestras aptitudes o de alguna aptitud nueva. De cualquier cosa que podamos aprender o refrescar conocimientos, podemos descubrir aspectos o perspectivas nuevas que nos ayuden encauzarnos de nuevo en nuestros propósitos. Prestando especial interés en terminos nuevos y documentandonos sobre ellos, por «tontería» que pueda parecer, siempre nos abrirá las puertas a un mundo nuevo lleno de posibilidades. Ya solo con sacarnos del confort del hastío y la pereza, habremos ganado en salud mental e incluso física.