Cuanto más experiencia tengo en determinados campos sociales y marketeros, a través de la observación sigilosa cual ninja, más desconfianza me inspiran ciertas estrategias mediáticas que despiertan en mi una actitud cada vez más crítica de la que no me siento orgulloso por el extremo egoísta al que ha llegado la sociedad narcisista.
Se trata del patrón narcisista con el fin de lucro de vender un producto con posibles efectos secundarios, creando dos problemas. Por un lado, el problema de crear un motivo intencionado para justificar el por qué el consumidor debe adquirir el producto, y el segundo problema, el cual suele ser más indirecto como posibles efectos secundarios del primer problema. Por lo tanto, no creo que tengan la capacidad de tener en cuenta la posibilidad de que sea peor el remedio que la enfermedad. Porque solo les interesa lucrarse a costa del consumidor, inventando un problema y una solución para justificar el negocio.
Por ese motivo, me ha llevado a la reflexión, buscando una explicación a ciertos productos, estrategias o problemas (il)legales que están permitidos por la ley respectiva de cada región en la sociedad de consumo actual y con el fin de incrementar gananciales. Como son las rehomologaciones de ciertos productos permitidos aparentemente homologados hasta que cambia una ley a causa de una nueva decisión, en ocasiones afectadas por un nuevo descubrimiento científico y en otras, sin embargo, por una causa recaudatoria económicamente encubierta por los intereses de un contexto o colectivo en concreto. El tabaquismo y las tabacaleras es otro ejemplo fraudulento permitido con el que la ley juega a su favor permitiendo las ventas al público con un producto que es evidente su toxicidad para la salud y, sin embargo, se permite con la justificación de que el que avisa no es traidor para evadir la responsabilidad legal de las administraciones jugando con la moral de los consumidores. Otro ejemplo de evasión comercial serían las farmacéuticas y la medicina para patrocinar ciertos productos que con el tiempo “se descubre” que no era tan saludable tras haber recogido los beneficios pertinentes.
Hay una frase que escuche hace tiempo en la película de la primera entrega de Jurassic Park, que vendría al pelo para esta clase de situaciones, cuando el jefe John Hamoond le pide responsabilidades sin culpabilizar al informático freak que no hace bien su trabajo porque tiene otros intereses ocultos para lucrarse a costa del parque.
Nada ocurre por casualidad, ni siquiera la ciencia ficción que nos maquilla una realidad encubierta para jugar al despiste a la hora de la verdad.