Hoy, quiero recuperar un poema en honor a esas viejas amistades que nos marcan el camino, a esos viejos amores que no sabemos superar hasta que, un día, el presente pasa página sin darnos cuenta.

No te enamores nunca, no te enamores jamás, que tú sonrisa de niño se podrá marchitar, que tus ojos se podrán ver empañados de lagrimas frías y duras que nunca se secarán.
Que el amor es algo serio que te puede dar la vida, que te la puede quitar, que puede dejar un vacío que tardarás en llenar y por mucho que te diga, se que caso no me harás y espacio sin quererlo de ella te enamorarás y tu corazón pequeñito poco a poco se abrirá.
Sentirás nuevas emociones que quizá no entenderás y a todos tus amigos de ella le hablarás.
Tus libros y pupitres con su nombre mancharás y en tu corazón su nombre grabarás, con unas letras que jamás podrás borrar.
Y un día irá a buscarte y os iréis al mar, te hablará de cosas que no habrás oído jamás.
Te besará despacio y quizás te asustarás, mires donde mires su rostro encontrarás, su cabello, su sonrisa y su forma de mirar.
Lo verás todo tan maravilloso en tu mundo de cristal, donde solo los dos podréis estar, pero un día el mundo lo verás destrozado, quedando vacío y con ganas de llorar.
La verás con sus amigas pasar y no la querrás saludar, pero tus ojos y los suyos siempre se encontrarán.
Al cabo del tiempo con otro la verás, recordar viejos tiempos volverás y volverás a llorar.
Tus amigos te intentarán ayudar y a alguien muy especial te volverán a presentar, del que te guste su cabello, su sonrisa y su forma de mirar, y quizás, sin darte cuenta, te volverás a enamorar.