Normalmente, no me gusta hablar de política más allá de mostrar el derecho a opinar libremente con respeto y lo más objetivo posible, sin creerme poseedor de la verdad, ni mucho menos, al igual que el resto de personas compartan o no compartan la misma opinión. Pero, como cada vez me da más pereza entrar en falsos debates disfrazados de discusiones sin pies ni cabeza, por las redes sociales, publico este post en mi blok personal para que conste en acta y no tener que repetir siempre el mismo diálogo de besugos que se repite día sí y día también en las últimas tendencias de actualidad. Dedicado a quienes tengan un interés puro de intercambio de opiniones por casualidad o buscado. Sin embargo, el que no esté dispuesto a respetar y solo pretenda llevar la razón, anticipadamente le invito a que se tome una fanta.

Dicho esto, ya hace unos cuantos años desde que me puse serio mostrando mi equidistancia a las serias consecuencias que atraviesa mi país. Y, por lo que se observa en la noticias de actualidad, poco hemos progresado. Ante la incompetencia del opresor y la negación del salvador, unos por otros el país sin barrer.

Lo más divertido de todo, irónicamente hablando, es que casi, por no generalizar, todo el mundo pasa más tiempo debatiendo a ver quién es más fascista como el que la tiene más grande, distorsionando cada vez más la definición de lo que es el fascismo y descontextualizando, cada vez más, la ideología en España.

El término «fascismo» proviene del italiano fascio (‘haz, fasces’), y este a su vez del latín fascēs (plural de fascis), que alude a los signos de la autoridad de los magistrados romanos. Entre los rasgos del fascismo se encuentra la exaltación de valores como la patria o la raza para mantener permanentemente movilizadas a las masas, lo que llevó con frecuencia a la opresión de minorías –especialmente en el caso alemán debido a su importante componente racista– y de la oposición política, además de un fuerte militarismo. Sin embargo, el término «fascismo» es uno de los más difíciles de definir con exactitud en las ciencias políticas desde los mismos orígenes de este movimiento, posiblemente porque no existe una ideología ni forma de gobierno «fascista» sistematizada y uniforme en el sentido que sí tendrían otras ideologías políticas contemporáneas. Fuente: Wikipedia.

En mi opinión, todos los que entran al trapo intentando defender su derecho a capa y espada sin tener piedad de quién no comparta su opinión, independientemente de su ideología, como bien dice la definición anterior, son fascistas e hipócritamente fascistas. Unos por exaltación de la sobiranía y los otros por darle importancia a la exaltación que les ofende, ya que toda opinión no es mejor ni peor que otras, sean contrarias o favorables. Porque, mayoritariamente el fascismo fue un movimiento típico de la ultraderecha nacionalista, empezando por los romanos y especialmente por los alemanes, seguido de los españoles, por otro lado está el bando del socialismo y la izquierda que, supuestamente, simbolizan todo lo contrario a la derecha nacionalista pero, sin embargo y a los hechos me remito, reclaman el autogobierno para deshacer la opresión opuesta y, cuando logran gobernar, siguen gobernando como si se mantuvieran en la oposición, culpando al bando opuesto aunque ya no gobierne. De esta manera no solo están cometiendo los mismos errores hipócritamente que sus rivales si no que, además, se exponen a cometer otros nuevos errores porque no demuestran la independencia de la opresión política que reclamaban y/o prometían en campañas previas al autogobierno. Lo cual indica que el fanatismo es la peor combinación de cualquier extremo radical y en especial a un oficio servicial que debería ser vocacional como es la política.

Si nos tuvieramos que remontar al inicio de la primera narcisada de la historia, leyendas al margen, históricamente la difusión de los malos hábitos apuntaría al emperador de Roma Constantino, al permitir de alguna manera los dogmas religiosos del cristianismo vs el paganismo. A partir de ahí, se ha ído repitiendo la misma historia con el resto de herederos al poder, a través de los nobles y caballeros de la edad media y hasta nuestros días.

Lo peor de todo, sea cual sea la finalidad real de todo el narcisismo político actual, es que logran arrastrar al resto de los rebaños respectivos para mal, a costa de un hipotético bien para unos pocos privilegiados, sean de la ideología que sean. Aprovechándose de la ignorancia popular, proporcional al instinto de supervivencia y las necesidades de cada individuo, para marear la perdiz dejando que los rebaños se crean expertos de opinión para entrar en debates mundanos como si tuvieran la llave a los problemas. Lo que demuestra mi teoría de que hay personajes que hablan por hablar para evitar que les tomen por tontos pasándose por listos y el efecto acaba siendo todo lo contrario.