Los frenos son la parte mecánica de nuestra bicicleta más importante por nuestra seguridad, podemos distinguir de dos clases básicamente, zapata y pastillas. Si notamos que nuestros frenos no frenan adecuadamente puede deberse a diversas situaciones, que esté gastada la zapata o la pastilla, en tal caso procederemos a cambiar la pieza correspondiente.
Las zapata es el antiguo sistema, que aún deja verse en algunas bicicletas de carretera sobre todo, su composición trata de una parte metálica con una goma de caucho que es la que sufre el desgaste encargada de rozar contra ambos laterales de la llanta, formando un puente sobre la rueda y anclada con senda tornillería. En cada lateral del puente cuenta con una palanca que ajusta la tensión para apretar o aflojar las zapatas. Para cambiar la zapatas o soltar la rueda, debemos soltar estas palancas para liberar la rueda. Sabremos si una zapata debe ser reemplazada por otra de las mismas características, si presenta signos de desgaste total o parcial perdiendo adherencia en la frenada y hemos verificada desde la tensión desde el cable de freno que se une en las manetas del manillar. En caso de partir el cable de tensión se puede sustituir fácilmente, con algo de paciencia y dedicación, adquiriendo un cable de tensión nuevo, el más corto para el freno delantero y el cable más largo para el trasero, extrayendo el cableado anterior de la camisa protectora y sustituyéndolo por el nuevo. Agarrando el tope en las manetas de freno y apretando el tornillo donde finaliza en el puente de frenada.
La pastilla de freno es un sistema similar al que usan los turismos de motor, relativamente nuevo en bicicletas y más eficaz que la zapata, especialmente en zonas húmedas y en caso de lluvia. Consta de dos partes de mantenimiento, la camisa por donde circula el aceite de frenos y no debe tocarse para evitar fugas o entrada de aire. De lo contrario o si notamos que la maneta pierde fuerza, habiendo cambiado la pastilla por otra nueva, será necesario realizar un sangrado de nuevo para reponer el aceite. No obstante, si no estamos seguros de saberlo realizar correctamente, es mejor no tocar nada y consultar con un mecánico profesional. La pastilla de freno, por el contrario, es más fácil de cambiar, sabremos cuando cambiarla si la maneta de freno pierde fuerza o emite chirridos al frenar cada vez más frecuentes, procederemos a revisarla y cambiar a fin de evitar rallar o desgastar innecesariamente el disco de freno.
Si los frenos no frenan adecuadamente también puede deberse, en el caso de los frenos hidráulicos, a que haya entrada aire en el circuito de frenos. Para ello, tras descartar que no se deba a un desgaste de las pastillas, es probable que debamos purgarlos reponiendo el líquido de frenos.
Para sangrar un freno necesitaremos una llave allen y un kit para sangrado de frenos, que encontraremos en las tiendas especializadas.
El primer paso es tan sencillo como extraer la rueda trasera y, acto seguido, las pastillas de freno. Teniendo precaución de mantener los discos y demás materiales contaminables alejados durante el proceso, ya que vamos a emplear aceite para sangrado de los frenos.
En segundo lugar es recomendable poner un separador en reemplazo del disco. De lo contrario corremos el riesgo de derramar el aceite por el interior del circuito.
El tercer paso para realizar el sangrar del freno, es extraer el tapón ubicado en la maneta y perteneciente al depósito de aceite. Para ello emplearemos la llave allen, y en su lugar enroscaremos el pequeño depósito de plástico incluido en el kit de sangrado.
En el cuarto paso emplearemos otro de los componentes incluidos en el kit de sangrado: la jeringuilla. Llenándola con el aceite recomendado por el fabricante y en posición vertical sacaremos las burbujas de aire que se hayan colado en el interior del circuito.
Una vez realizado, continuaremos con el quinto paso para sangrar un freno, cogiendo la llave allen de 7 mm para abrir el tornillo específico de sangrado, y haremos pasar el aceite, con ayuda de la jeringuilla, a través del circuito. Debería salir a la maneta por el pequeño depósito de plástico que enroscamos anteriormente. Por último, volvemos a colocar el tornillo que regula el paso.
El sexto y último paso se reduce a comprobar que el proceso para sangrar un freno se ha completado satisfactoriamente y, si es así, volver a colocar todo en su sitio. Presionamos la maneta del freno reiteradamente, manteniéndola pulsada unos segundos cada vez hasta que notemos que el tacto es el adecuado. Para terminar retiramos el tubo de la jeringuilla y el pequeño depósito de plástico, volvemos a colocar tanto las pastillas como la rueda en su sitio y todo estará listo.
Con el sistema de frenado con zapatas, verificaremos que no estén desgastadas y correctamente alineadas tanto el sistema V-Brake o Cantilever, comprobando que el recorrido del cableado no tenga cortes, desgastes excesivos y suficiente tensión para asegurar el frenado, de lo contrario nos aseguraremos de aflojar el tornillo para tensar el cable a nuestras necesidades y volver a apretarlo. Es recomendable hacer un chequeo habitual de estas comprobaciones, al menos antes de cada salida, por nuestra seguridad y del resto.