Desconozco el tiempo que haya perdurado y si se trata de un hábito normal o normalizado de la sociedad, pero el caso es que, desde mi casi media vida de existencia, llevo observando un curioso patrón social que (me) llama bastante la atención o cuanto menos es curioso.
De un tiempo a esta parte he observado que, la minoría de la sociedad, aunque más ruidosa si cabe, suele solicitar cierta exigencia a ciertos individuos con un nivel de personalidad culta para mantener un debate al nivel de las perspectivas personales respectivas y, si no lo alcanzaban, eran marginados socialmente.
Sin embargo, con el tiempo o los años, se ha ido demostrando que este tipo de exigencias no es más que una proyección de las inseguridades o ignorancia real de quienes suelen emitir tales exigencias, seguramente para encubrir o disimularlas, que suelen remitir en abuso emocional.
La bandera roja definitiva para desentrañar esta cuestión es que, cuando los individuos marginados por no mostrar el nivel de personalidad o conocimientos exigidos, no solo lo alcanzaban sino que superaban dicho nivel de conocimientos exigidos con creces. Puesto que los que exigen recordemos que en realidad no son tan cultos como pretenden aparentar. Así que no solo seguirán rechazando a los individuos que se han puesto al día con retardo o a su propio biorritmo de experiencias sino que, tergiversan las intenciones convirtiendo sus inseguridades en odio, para darle la vuelta a la tortilla y, así tratan de controlar la situación para mandar sobre los individuos que los consideran un peligro para su supervivencia.
De esta manera, algo vulgar y poco ortodoxa, podría explicar cómo las personas tóxicas socialmente aceptadas por los malos hábitos acaban reinando, gobernando, mandando, gestionando, etc. en cargos de cierta responsabilidad y proporcionalmente a la ambición respectiva por empoderarse a cualquier precio.
“Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo.
Puedes engañar a algunos todo el tiempo.
Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo.”
Abraham Lincoln
La cuestión es que se puede engañar o manipular a todo un rebaño pero al único que no se puede engañar es a uno mismo. Una vez más, el camino fácil puede llevarnos más rápidamente a nuestros objetivos, pero eso no saciará nuestra ambición, sea buena o mala, puesto que cuanto más largo es el camino, e incluso sufrido, más lleno de experiencias enriquecedoras.
«El hombre puede decidir hacer el bien o el mal, arrastrando consigo a los demás».
Rurouni Kenshin
Lo más lamentable de todo es que el poder de la informacion debería servir para enriquecernos todos entre todos sin distinción, con una base argumental fiable, basada en experiencias. Pero, lamentablemente, el recurso fácil es desconfíar del que menos ruido hace y del que toma el camino más largo.
No alces tu voz, mejora tu argumento. #ReflexionesNinja
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