Hacía tiempo tenía ganas de dedicarle un post exclusivo, sino de las mejores, si a una de las más míticas series españolas; ‘Manos a la Obra’ o más conocidos como Manolo y Benito, los reyes del gotelé, del pensamiento obrero y del humor español, antes que se intoxicará de dramatismo y falso reconocimiento.
Personalmente, como algunos sabréis, esta serie marcó una gran influencia en mi vida, incluso más de lo que me puedo imaginar. Empezando porque me pilló en pleno proceso evolutivo de mi infancia a adolescencia, fue una de esas series que daban los jueves por la noche, cuando a Antena 3 TV no le hacía falta prometer que tenía buena programación, y que empecé a ver estando en mi pueblo, junto a mi mejor amigo Pedri, por eso me marcó tanto la serie, porque nos sentíamos identificados con la amistad y las movidas de Manolo y Benito.
Además, éramos dos muchachos humildes, regordetes y felicianos con lo poco que teníamos. Digo éramos porque, por desgracia, Pedri no pudo seguir siéndolo y yo procuro no perder mi esencia, aunque las circunstancias a veces me pongan a prueba. Si os interesa saber más, sobre nuestras aventuras y desventuras, podéis comprar mis dos libros sobre la leyenda de Pecar, publicados en Amazon.
El caso es que, pasado el tiempo, Manos a la Obra me atrevo a confirmar que es una de las mayores obras de arte audiovisual que han hecho por la TV, con firma española. No solo por su valor de entretenimiento cómico con aire fresco, abriendo las puertas a un nuevo ciclo de la sociedad, que puede verse reflejado con el destrozo que hicieron en la continuación de la serie, años más tarde, recapitulando ‘Manolo y Benito Corporeision’.
Precisamente, ese humor tan fresco y sutil, ya encubría mensajes tan subliminales que años más tarde han salido a la luz en los debates sociopolíticos y consejos neurocientíficos. Los típicos chascarrillos, los piropos sexistas, los narcisismos, sus respectivas intencionalidades y conciencias. En realidad, quiero aprovechar la reflexión del post, para reconocer que la influencia que ejerció ‘Manos a la Obra’ en mí, influenció sutilmente el conocimiento que años más tarde me ayudaría a detectar ciertas banderas rojas e imponer límites cuando sufrí, en mis propias carnes, las malas experiencias amorosas, al igual que el Manolo con sus respectivas parejas narcisistas.
Lo cierto es que los personajes son tan mundialmente conocidos que no necesitan presentación, así que más decir, que el Manolo (Ángel de Andrés) es un cacho de pan, quizá con ese toque que hoy dirían patriarcal, el Benito (Carlos Iglesias) otro cacho de pan con poca personalidad por estar sobreprotegido por la Carmina (Carmen Rossi), viuda y huérfano porque a su padre Julián lo mató un toro en la plaza de Zaragoza, 5 de la tarde, un calooooorrrr… mientras colocaba una almohadilla bajo el culo de un ricachón, un toro de nombre bragado y el culo más negro que un grillo, acabó en tragedia y traumatizó para toda la vida a la típica familia castiza de un barrio obrero de Madrid, y al resto de vecinos y personas a quienes les contaba la historia. La Adela (Nuria González, más conocida posteriormente por trabajar en la serie de ‘Los Serrano’), una mujer moderna y empoderada psíquicamente, quizá demasiado avanzada para la época de los 90’s, hasta el punto de ser perversamente narcisista. El pobre Tato y su hermana la Rufa, llegados del pueblo con ambiciones de conocer la gran ciudad, Tato (Jorge Calvo) tan grande casi a imagen y semejanza de su tío Manolo tanto corporalmente como su corazón, no tanto la Rufa que ya apuntaba modales de mujer libre y empoderada pero sin llegar al extremo de su tía Adela, lo cual refleja que el cariño y la educación influencian para que el ser humano escoja actuar para bien o para mal. Noelia fue el primer y gran amor platónico de Benito, también un poco calentona era, porque sabiendo que tenía a Benito comiendo de su mano y se aprovechaba de sus buenos sentimientos, aunque por suerte o por desgracia Benito no era de piedra y eso le ayudaba a no codepender excesivamente de las emociones, porque Noelia reflejaba la típica chica guay de instituto que termina con el malote de clase, Toni (Jesús Vázquez) con grandes aspiraciones y masa muscular pero poco seso y mucho sexo, que acaban teniendo familia con niños y el malote huye despavorido y solo se acuerda que tiene familia cuando necesita dinero, principal causante del sexismo que empodera a las mujeres que giran la tortilla. Evaristo, el camarero gallego del bar del barrio, donde anteriormente estaba el gimnasio de Noelia marcando otra época secuencial de la serie. El capítulo ‘Veo, veo, xacobeo’ reconozco que también tuvo cierta influencia encubierta para mi posterior Kamino de Kemix, por eso siempre digo que todo pasa por algo y por nada, todo está encadenado cuando fluye.
Y muchos más personajes que han marcado época, dentro y fuera de la serie, en la historia audiovisual y social de España, por lo menos. También, convivían personajes de todas las regiones y nacionalidades, madrileños, catalanes, extremeños, gallegos, vascos, andaluces, hasta una polaca de Varsovia, la Tania, fontañera puta madre y titulada en la universidad de Cracovia (Kim Maning, actriz estadounidense, más conocida como la vedette del programa 1, 2, 3). Y el Tino (Fernando Cayo, reconocido actualmente por la serie de La Casa de Papel) el mariquita plástico, diseñador de interiores y representante formal de Manolo y Cía. Cada cual con sus habilidades y particularidades que los hacía tan diferentes pero dependientes de sí mismos como una gran piña, representando bien los valores de la diversidad del país al que pertenecen, España.
Ya no hacen series ni películas españolas como antaño, por un lado es nostálgico y por otro un poco triste el nivel mediático que a cambiado a España para dar la nota, y mira que Manolo y Benito daban la nota pero tenían buenas intenciones, pero de un tiempo a esta parte la sociedad española se ha dividido volviéndose más egoísta porque, en mi opinión, se han dejado adoctrinar perversamente por los aires subidos de la nostalgia de un pasado glorioso en todos los ámbitos.
Y a riesgo de que me llamen facha, me denuncien y me metan en la cárcel, por sentirme orgulloso de mi país, con lo bueno y con lo malo, con lo malo no tanto, pero igualmente… ¡¡VIVA ESPAÑA, VISCA CATALUNYA y VIVA LA ALCARRIA!!